Régimen de facto sirio impone una "constitución temporal" tras masacre de civiles en la costa

El régimen de facto en Siria, encabezado por Ahmad al-Sharaa, firmó el 13 de marzo una “constitución temporal”, buscando consolidar su control sobre el país después de perpetrar masacres sectarias en las provincias de Tartús, Latakia, Homs y Hama.

La firma de este documento, que otorga a Sharaa plenos poderes ejecutivos, incluyendo la capacidad de declarar estado de emergencia a su discreción, llega apenas días después de que fuerzas extremistas compuestas por extranjeros y vinculadas al gobierno  asesinaran brutalmente  a más de 1.000 civiles sirios de la comunidad alauita en ataques sistemáticos, en los que mujeres y niños fueron ejecutados indiscriminadamente.

La comunidad internacional ha reaccionado con tibieza, pero en una sesión a puerta cerrada en el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU), Rusia condenó los hechos y comparó la masacre con el genocidio de Ruanda de 1994. Según fuentes que hablaron con Reuters, el enviado ruso Vassily Nebenzia denunció que "nadie ha detenido la matanza en Siria".

Al firmar el documento, Sharaa presentó su dictadura como un nuevo comienzo para Siria: "Esperamos que este sea un buen comienzo para el pueblo sirio en el camino de la construcción y el desarrollo. Esperamos que esta sea una nueva historia para Siria, en la que reemplacemos la ignorancia por el conocimiento y el sufrimiento por la misericordia".

Sin embargo, la realidad es otra: una Siria, con territorios ocupados por fuerzas extranjeras, y parcialmente controlada por un régimen extremista, donde la ley islámica (en la interpretación salafista de la organización Hermanos Musulmanes) se instala como base de la jurisprudencia y donde el autoproclamado líder ya ha comenzado a nombrar directamente a miembros de la Asamblea Popular, asegurando que su gobierno quede blindado.

El conglomerado mediático qatarí Al Jazeera, principal propagandista del régimen fanático implantado en Siria, informó que un tercio de la nueva Asamblea será designada por Sharaa, consolidando su poder sin necesidad de elecciones reales.

Mientras tanto, el Comité de Redacción de la Constitución, compuesto por figuras vinculadas a Turquía, ha garantizado que la nueva carta magna incluirá referencias explícitas a la ley islámica (versión salafista) y restringirá las libertades civiles, todo bajo el pretexto de "garantizar la estabilidad".

¿Misericordiosa liberación?

La llamada "constitución provisional" fue firmada con las manos manchadas de sangre. La semana pasada, bandas armadas rotuladas como fuerzas gubernamentales del régimen de Sharaa y respaldadas por Turquía llevaron a cabo una brutal campaña de exterminio contra civiles sirios de la comunidad alauita en Tartús, Latakia, Homs y Hama, con cifras registradas de casi 1.500 asesinados y cálculos de hasta 4.000 víctimas reales, mientras elementos "gubernamentales" estaban trabajando para deshacerse de los cuerpos enterrándolos mediante el uso de fosas comunes o incluso incinerándolos.

Militantes extremistas (mayormente extranjeros de Asia Central y el Cáucaso), ahora integrados  en el Ministerio de Defensa sirio, fueron de puerta en puerta asesinando indiscriminadamente a hombres, mujeres, niños y ancianos. Las masacres fueron documentadas por los propios perpetradores en videos, donde se observan ejecuciones sumarias y atrocidades similares a las perpetradas por ISIS en su momento de auge.

La ONU discutió la violencia en Siria esta semana, pero las potencias occidentales (especialmente la Unión Europea), cómplices del nuevo régimen, guardaron silencio ante los crímenes cometidos por su aliado. Rusia fue el único país en denunciar públicamente la masacre, con el embajador Nebenzia declarando que la matanza en Siria “refleja las peores páginas de la historia de la humanidad”.

En cuanto a EEUU, sorprendió a los observadores internacionales en este episodio con una declaración oficial  de su Secretario de Estado, Marco Rubio, coincidente con la postura rusa, en la que expresó su "condena a los terroristas islamistas radicales, incluidos los yihadistas extranjeros, que asesinaron a personas en el oeste de Siria en los últimos días" y expresó su apoyo "a las minorías religiosas y étnicas de Siria, incluidas sus comunidades cristiana, drusa, alauita y kurda...".

Sin embargo, las declaraciones de la flamante Administración Trump, lejos de indicar un cambio positivo para Siria y su pueblo, marcan la posible antesala de un ofrecimiento estadounidense de "protección de las comunidades minoritarias" que se enmarcaría en una agenda denunciada por diversos analistas, que señalan  la oscura intención de impulsar futuras maniobras balcanizadoras de Siria, orientadas a la escisión y creación de nuevos mini-estados confesionales débiles y especialmente funcionales a la justificación de la existencia en la región del régimen israelí, principal socio de Washington.